Cuenta atrás
Hace ya un tiempo que no escribo. Supongo que la soledad de mi estanque pesa demasiado y he preferido dejar que los pensamientos se diluyan con el agua antes de que los lleve el viento en forma de palabra. Hoy, sin embargo, he sentido que quería escribir algo y aquí estoy.
Ha empezado la cuenta atrás. Se acerca la Navidad y a mí me es imposible ignorarla. Siempre me ha encantado, para qué negarlo. Ayer por la noche, sin ir más lejos, vi en la tele el anuncio de la lotería e inmediatamente se me erizó la piel. Está claro que no tengo remedio y soy una sensiblera patológica.
Además como todos los años me puse manos a la obra y pasé buena parte de la tarde adornando la casa con una banda sonora de villancicos navideños. Otra de esas tradiciones a las que me aferro y de las que disfruto como una niña.
Sin embargo, he de reconocer que estas Navidades van a ser un tanto diferentes y que van a estar rodeadas de un halo de tristeza. Alguien que formaba parte de toda esta estampa navideña se apeó del tren el pasado mes de agosto y sé que va a ser imposible ignorar su ausencia. Dios mío, cuánto duele la muerte.
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