Blogia
Igebelar

El tren de la vida

He recibido un correo realmente hermoso e inmediatamente ha saltado una chispita dentro de mí. Soy impulsiva por naturaleza, lo reconozco, y me cuesta muchísimo controlarme. Uno más de mi larga lista de defectos y defectillos.

El correo en cuestión comparaba la vida con un viaje en tren. Algo realmente acertado, por cierto, y yo, casi al instante, he reconocido en el mismo a varios compañeros de viaje. Algunos, por fortuna, aún siguen conmigo. Otros, desgraciadamente, se apearon del tren hace ya un tiempo. Uno de estos últimos tuvo que bajarse del tren de forma precipitada, a la fuerza y sin previo aviso, hace ya un año y tres meses… Todavía me cuesta mantener la calma cuando lo recuerdo. Ha pasado el tiempo, sí, pero cada vez que algo me devuelve su imagen, se me sigue haciendo un nudo en la garganta, y una lágrima rebelde entabla una fiera batalla para liberarse de su encierro. La fatalidad, esa temible compañera que viaja irremediablemente a nuestro lado, en las sombras, eso sí, esa compañera indeseada que intentamos evitar en todo momento, esa que rompe nuestra paz y hace añicos nuestros sueños, esa que se lo llevó por la fuerza sin consultar a nadie. Supongo que necesito tiempo, un poquito más de tiempo para acostumbrarme a su ausencia.
También me ha hecho recordar a otra persona que se apeó de mi tren, esta vez por voluntad propia, a principios de año, y he sentido un impulso casi irrefrenable. Me hubiese encantado enviárselo de forma inmediata, pero creo que voy a pensármelo un poco porque no quiero que se moleste, ni que se incomode. Ya se verá.

0 comentarios